Uno de los requisitos de los talleres universitarios de Lynda Barry es completar al menos tres cuadernos durante el semestre. «El cuaderno es el corazón de nuestra clase», dice en su libro Syllabus, «durante este semestre tienen que llevarlo con ustedes a todas partes y llenarlo con cosas de su día (y de su noche)». Sugiere: dibujos, apuntes de la clase, apuntes de otras clases, cosas encontradas, observaciones, doodles, listas, artículos, recetas, fotos, tickets, citas, sueños, cosas que te gustaría decir en voz alta, cosas que te arrepentís de haber dicho en voz alta, noticias, la agenda, memorias raras, cosas que dice la gente, bocetos, predicciones, películas, autógrafos, insultos, quejas, comics. El objetivo de llevar encima y completar estos cuadernos es empezar a ser consciente de qué es lo que te llama la atención. Son el espacio para coleccionar cosas de todos los días y para ver cómo, de a poco, todo eso que vas juntando se convierte en otra cosa, en un cuento, en un dibujo, en un libro.

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