Viajé a Berlín en enero. Pleno. Invierno. Los días eran cortos y hacía mucho frío. La ciudad en sí no me deslumbró (voy a tener que volver), tal vez porque recién venía de Moscú, que me enamoró con sus colores pasteles y calles llenas de nieve. Sin embargo, hacer mi ruta de las papelerías en Berlín le dio color a mi recorrido. Me la pasé caminando y, cada vez que tuve frío, busqué la papelería más cercana para refugiarme.

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