Revolvé los cajones de tu casa (o de la casa de alguien, con su permiso) y buscá una foto. Si encontrás varias quedate con la que más te llame la atención, también podés usar alguna que hayas encontrado hace poco de casualidad. No importa si es de gente que conocés o no, si muestra un paisaje, una escena, un retrato, un cumpleaños. Las imágenes tienen el poder de congelar un instante pero siempre dejan una incógnita: ¿qué estaba pasando fuera del cuadro? ¿Quién sacó la foto? ¿En qué circunstancias? ¿Qué pasó unos segundos después de esa foto? ¿Qué pasó unos segundos antes? ¿Cuál fue el camino del fotógrafo para llegar a capturar esa imagen? ¿Qué pasaba alrededor suyo mientras él apretaba el botón? Mirá la foto, hacete estas preguntas y respondé a las que quieras por escrito. No pienses mucho, imaginá, inventá, suponé, dejá que la foto te cuente su historia.

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