Dicen que hay que hacer algo por al menos treinta días para convertirlo en hábito. A mí a veces me funciona y a veces no, pero solo me doy cuenta al intentarlo. Cuando el hábito que quiero formar tiene que ver con la creatividad o el arte, me gusta pensarlo en formato de proyecto.  El año pasado me propuse hacer un proyecto personal por mes. Durante todo agosto, por ejemplo, hice un cómic de mi día. Un intento de cómic, porque tampoco me sale tan bien, pero logré mantener el ejercicio por treinta días y documentar mi vida de otra manera. En septiembre me propuse publicar al menos una foto por día en Instagram. En enero de este año empecé a hacer un dibujo al día. Otros proyectos fracasaron, como hacerme un autorretrato diario, cocinar una receta nueva todos los días o meditar todas las mañanas. Algunos los terminé y no los seguí haciendo porque no quise, pero disfruté mucho ser constante durante un mes.

Si querés escribir tenés que generar el hábito. Antes cuando leía un libro que me gustaba me imaginaba que el autor se había sentado una mañana en su escritorio, en alguna cabaña en un bosque, había estirado los dedos y se había puesto a tipear la novela entera de un saque, casi sin errores. En general eso no pasa. Hay borradores de mierda, momentos en los que el cuerpo duele, parálisis frente a la hoja en blanco, momentos de disfrute pleno, un censor interno que no para de hablar y muchas pero muchas horas frente a la pantalla o el cuaderno. Escribir no es fácil pero tampoco tiene que intimidar. No hace falta escribir acerca de grandes cosas ni escribir pensando que el objetivo de un texto es publicarlo. Yo escribo muchos más textos para mí que para compartir. Anne Lamott dijo, en su libro «Bird by bird»: “The act of writing turns out to be its own reward”. El verdadero premio que nos da la escritura es el acto de escribir en sí, el proceso. Todo lo demás no importa, si no disfrutamos eso no vale la pena hacerlo solo por los resultados.

Los viajes me enseñaron a valorar la cotidianidad. “Cómo pasamos nuestros días es cómo pasamos nuestra vida”, dijo Anne Dillard. Si escribís aunque sea media hora por día, aunque no publiques ni se lo muestres a nadie, habrás pasado gran parte de tu vida escribiendo. Por eso tengo ganas de proponerles un proyecto para que hagamos juntos, a la distancia y en silencio. Durante los próximos 30 días, cada día publicaré un disparador o consigna corta para que ustedes escriban un texto de la extensión que quieran y con el formato que quieran en sus cuadernos o blogs. Son disparadores orientados a textos autobiográficos, pero pueden encararlos como quieran, o incluso escribir de otra cosa. No hace falta que los compartan, ni siquiera tienen que ser textos terminados. No le tengan miedo a los borradores. Lo importante es que los empiecen, se dejen llevar y disfruten esa media hora diaria, que sea una media hora para encontrarse con la hoja y la birome —o con la pantalla y el teclado— y con ustedes mismos. Nada más.