Desde que salió el sol en Biarritz soy otra. Fueron casi dos meses ininterrumpidos de lluvia, nubes y viento. Hace unos días me desperté con una luz rara que entraba por la ventana: ah, así era despertarse con el sol en la cara. Hace mucho que no me pasaba. Me activé enseguida, y cuando me activo se me da por limpiar. Agarré unos guantes rosas que encontré en la cocina y me puse a fregar las paredes del baño. Teníamos una colonia de hongos viviendo con nosotros y era tiempo de desalojarlos. Hasta acá llegó mi tolerancia a la humedad. Después de limpiar la cocina salí a caminar, algo que no hacía hace bastante.
Fui directo al mar. Me reí sola cuando vi que todo Biarritz estaba en la playa, como si fuese verano. Se ve que estábamos todos esperando el sol. En la costa, frente al casino, pusieron una montaña de arena: estamos en alerta, se esperan olas de siete u ocho metros para estos días. Pero como el mar estaba tranquilo, los nenes usaban la montaña de arena de tobogán y la gente estaba sentada en la costa. Todos con ropa, porque todavía hace frío, menos un señor que iba en slip y con las patas de rana en la mano.
Recién ahora me doy cuenta de cómo me afecta el clima. Siempre dije que uno de mis intereses en los viajes es ver cómo la geografía afecta y moldea a sus habitantes: al final creo que a mí me afecta más que a nadie, porque la gente que vive en cada lugar al menos está acostumbrada.
Después de ese paréntesis de sol siguió lloviendo una semana más.
Ayer, a eso de las tres de la mañana, escuché que cantaba un pajarito. Cantaba como si fuese de madrugada y hubiese luz, nunca lo había escuchado antes. Hoy salió el sol otra vez. Y llovió. Llovió con sol: la transición perfecta entre este invierno que se empieza a ir y la primavera que ya quiere llegar.
Soy Aniko. Escribo desde que aprendí a hacerlo y no me imagino otra manera de estar en el mundo ni de entender el caos cotidiano. Me gusta llenar cuadernos, nadar y caminar. Vivo en Ámsterdam.
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¡Al mal tiempo buena cara!
A mí un mes en Londres con 3 días de sol frente a veintitantos nublados y/o lloviendo me dejaron secuelas.
En la costa de Granada tenemos casi 300 días de sol al año. Ahí lo dejo caer, que no es para que te pienses en mudarte ni nada ¿eh?…
jajaja y mirá que Granada me encantó, así que lo voy a pensar…
jajaja y mirá que Granada me encantó, así que lo voy a pensar…
No me hagas convencer a tus paisanos para que me ayuden a traerte aquí…
jajaja igualmente, esperá, yo estuve en Granada en invierno y fue tremeennndooo, nunca pasé tanto frío! así que decime la verdad! 😛
Hablé de la costa no de la ciudad de Granada!!! El invierno aquí es la muerte sí. Pero con sol!!! jajajaja
que lindo post, se me va la imaginación, a las arenas, el mar, las olas…quisiera tener un tantito de eso ahorita!
Pah… vos sos el sol para mi, hace un tiempo abrí otro blog, para escribir, y me dio tanta vergüenza qué lo dejé ahí, por la mitad. A ver si este sol que acaba de salir me baña a mi también 🙂 Feliz vida!
Pero mostralo! Que para eso están los blogs 🙂 Estamos todas en la misma: escribiendo la vida! escriviviendo 🙂
Pero mostralo, Lore! Que para eso están los blogs. Estamos todas en la misma: escribiendo la vida! escriviviendo 🙂
Ay Aniko, a mí también me entraron las ganas de abrirme un blog. De hecho ya lo abrí. Es que me crecieron las ganas de escribir, y no se qué hacer con ellas. Nunca escribí de mis cosas para los demás, qué saldrá de ésto!! ya te contaré
buenísimo!!! felicitaciones 🙂
El clima de las ciudades/pueblos que están bañadas por el mar, tienen esa mágia climática, que te hace enamorarte de los días salpicados de agua y de los días inundados de sol. Todo se mimetiza con el viento que es un perfecto aliado del mar donde en ocasiones la bruma es abasallante y por momentos es imperceptible.
Comparto mi escrito que surgió nada más leer el tuyo. Saludos!!