Shinzi Katoh y sus dibujos para ser feliz
No sé mucho acerca de Shinzi Katoh. Solo que es japonés e ilustrador, y que sus diseños me hacen volver a ser una nena. Descubrí su trabajo en una librería de Vancouver (Canadá), cuando me encontré con un cuaderno ilustrado por él. Es el que aparece en la foto de abajo, de tapa amarilla. Si estuviese en Buenos Aires le sacaría una foto de cuerpo entero (?), pero hasta que no vuelva esto es lo que tengo. Lo vi y me enamoré de la simplicidad del diseño, de esa nena con su gato, de la frase en francés que en ese momento —y durante varios años— no entendí. Decía: tu peux venir quand tu veux. Ahora sé que eso significa «podés venir cuando quieras». Lo compré junto con el de Los Beatles que también aparece en la foto —y que uso para escribir mis sueños— y fue la primera vez que escribí en un cuaderno con hojas amarillas. El nombre Shinzi Katoh me quedó grabado, pero nunca vi nada más de él. Hasta que viajé a Alemania.
Catación de cuadernos: moleskine
Supe de la existencia de las libretas y cuadernos Moleskine por mi papá, que es periodista y me los mostró en una librería en Estados Unidos hace unos doce años. Me contó que la libreta negra era famosa porque era la que usaban grandes periodistas, escritores y artistas como Van Gogh, Picasso, Hemingway y Bruce Chatwin. Me quiso regalar una y le dije que no. Me intimidaban un poco. Un cuaderno caro no te hace escribir más ni mejor, pensaba, es un lujo innecesario: si te gusta escribir, vas a escribir donde sea. Además, me parecían aburridas: colores lisos, tamaños normales, hojas sin nada. Yo estaba en mi período de cuadernos con tapas ilustradas y hojas con dibujos y colores, y una Moleskine me parecía demasiado seria y adulta. Así que durante varios años no me interesó.
La loca de los cuadernos
Hay tres cosas que no puedo evitar comprarme, esté en Buenos Aires o de viaje:
1. Libros
2. Postales
3. Cuadernos
Ya tengo más de los que voy a poder leer/mandar/escribir en mi vida, pero mis impulsos de compra compulsiva no desaparecen. Me convenzo diciendo que los voy a usar más adelante, y eso hago, lo que pasa es que la compra es más rápida que el uso. Cuando estoy viajando es un problema: suelo encontrar cuadernos lindísimos pero tengo que pensarlo dos veces por el peso, aunque en general los termino comprando y me digo que son cosas que no pesan. Y a la vez cuando estoy viajando es cuando más escribo, así que no es una mala combinación.