todo-es-escribible

Cuando te das cuenta de que todo lo que te pasa, lo que ves y lo que vivís es escribible, empezás a mirar el mundo de otra manera: todo es material para un texto.

Podés, entonces:

– recordar eso que te pasó en el colegio y que preferiste olvidar, los momentos horribles de tristeza, vergüenza, humillación, esa vez que te pusiste a llorar en el comedor porque te dolían los aparatos fijos, la vez que se corrió el rumor de que había una foto tuya en portaligas, cuando tu amiga te contó que estaba enamorada de tu ex novio y vos hiciste de cuenta que no te importaba;

– recordar la primera vez que hiciste algo, el primer beso —¿eso fue un beso?—, cuando te metiste al océano Pacífico y lo frío que estaba, cuando diste una charla y te quedaste en blanco sobre el escenario, cuando cocinaste la tarta de puerros y se te cayó al piso, la primera vez que te fuiste de viaje sin saber cuándo ibas a volver;

– mirar bien a la señora que tenés sentada enfrente en el colectivo, fijarte en la pollera que le llega hasta arriba de los tobillos, en los pies hinchados, en sus medias transparentes, en su mechón de pelo pegado en la frente, en el broche que tiene en el cuello de la camisa, en la arruga que se le hace ahí en el hombro;

– ser consciente de tu vida cotidiana, de lo que hacés día a día, de la manera en que frotás los platos para que salga la grasa de la manteca, en cómo apilás los libros en tu escritorio, en las caminatas que hacés de tu casa al correo, en el piso frío del baño cada vez que te vas a duchar;

– ver cada detalle como extraordinario: esas dos piedras que tenés en el baño, una encima de la otra, en equilibrio, ese pelota que cayó justo en nuestro jardín, el erizo que se metió en la cocina, la taza de café que se partió al medio;

– hacer listas de lo que sea: los colores de gorras que viste en la pileta de natación, la cantidad de ventanas que tienen las casas de tu barrio, las personas de las que te enamoraste, los números de los colectivos que te tomaste, las calles en las que nunca estuviste;

y escribir todo.

Escribir para darle sentido a lo que te rodea y para encontrar el relato de tu vida.

Escribirlo porque no te sale hacer otra cosa.